¿Sabes quién accede a los datos más sensibles de tu empresa? El riesgo silencioso que nadie quiere ver
Cuando se habla de protección de datos, muchas veces se piensa en hackers, brechas de seguridad o virus informáticos. Pero lo cierto es que el mayor riesgo para los datos de tu empresa no siempre está fuera…
Está dentro.
No hace falta tener intenciones maliciosas para comprometer datos sensibles. A veces, basta con una carpeta mal compartida, un permiso que nunca se revisó o una baja de personal que no se gestionó correctamente.
Y en un entorno laboral donde cada vez trabajamos más en la nube, colaboramos desde distintos dispositivos y usamos herramientas digitales de todo tipo, la frontera entre lo público y lo privado puede desdibujarse muy fácilmente.
El riesgo interno: más común de lo que crees
Según diversos estudios de ciberseguridad, entre el 60% y el 80% de las brechas de datos tienen origen interno. Esto no significa necesariamente que haya intención, pero sí una falta de control y gestión de accesos adecuada.
Ejemplos reales que ocurren a diario:
-
Un empleado que cambia de departamento pero mantiene acceso a documentación sensible de su antiguo puesto.
-
Un trabajador que, desde su cuenta de correo, reenvía datos personales sin cifrado a otro compañero.
-
Un empleado que es despedido, pero su usuario no se desactiva de inmediato y sigue accediendo a información.
-
Archivos con información confidencial (nóminas, contratos, evaluaciones) que están accesibles en carpetas compartidas de Google Drive o Dropbox sin restricciones.
Lo peor de todo es que muchas empresas ni siquiera se enteran de estos accesos indebidos… hasta que es demasiado tarde.
¿Por qué ocurre esto?
Porque todavía hay una percepción equivocada de que proteger los datos es una cuestión de antivirus o de técnicos de IT.
Cuando, en realidad, tiene mucho que ver con la gestión del día a día, con cómo se organizan los accesos, los permisos, los procesos internos y la formación de los empleados.
Buenas prácticas para evitar sorpresas
Aquí tienes algunas recomendaciones esenciales para proteger los datos sensibles desde dentro:
-
Aplica el principio de mínimo privilegio
Cada empleado debe tener acceso únicamente a los datos necesarios para realizar su trabajo. Ni más, ni menos. -
Haz auditorías de accesos de forma periódica
Revisa cada cierto tiempo quién tiene acceso a qué información. Y pregúntate: ¿es necesario? -
Controla los cambios de rol y las bajas
Cuando alguien cambia de departamento o deja la empresa, su perfil debe actualizarse (o eliminarse) de inmediato. Nada de dejarlo “por si acaso”. -
Implanta trazabilidad y registros de acceso
Herramientas que registren quién accede a qué datos, cuándo y desde dónde. Esto no solo ayuda a detectar incidentes, también previene. -
Forma a tu equipo en protección de datos
Los errores humanos se reducen muchísimo cuando las personas saben qué pueden hacer, qué no y por qué.
La protección de datos no se basa únicamente en leyes o herramientas tecnológicas. Es una cuestión de cultura empresarial.
Si no sabes exactamente quién puede acceder a tus datos más sensibles, tienes un problema.
Y si lo sabes, pero no haces nada para limitarlo, el problema es aún mayor.
La confianza de tus clientes, proveedores y empleados se construye en base a cómo tratas su información.
Y todo empieza dentro de tu propia organización.